El Convento

Es menguada la documentación conservada acerca del convento riosecano de Rioseco. Obligada resulta la consulta de los pioneros y exhaustivos trabajos de García Chico, que hacia la década de los 30 repasó el Libro de Memorias del convento (1713-1824), el manuscrito había sido redactado por Fray Ignacio Barreiro, Guardián y antiguo lector del convento en 1713 y describía, con escuetas pinceladas, la disposición del edificio eclesial y de sus anejos pero, como ya advirtió Martí y Monsó, sin entrar en detalles.

Muy recientemente María José Redondo Cantera y Ramón Pérez de Castro, espigando datos notariales entre los protocolos del Archivo Histórico Provincial de Valladolid, han publicado una completa reseña sobre las capillas y sus patronos. La información aportada servirá para efectuar un breve repaso de las estancias objeto del presente análisis.

El convento de San Francisco de Medina de Rioseco ocupa un amplio solar extramuros, desde la desaparecida puerta de Posada y su lienzo septentrional de muralla hasta la orilla del río Sequillo. Todo su perímetro fue rodeado por una cerca construida hacia 1525 gracias al Regimiento de la villa.

La fundación del convento de San Francisco, autorizada apostólicamente el 12 de agosto de 1491, fue auspiciada por don Fadrique Enríquez (1460-1538), IV Almirante de Castilla, y su mujer doña Ana de Cabrera, V condesa de Módica y IV de Osona. Rioseco contaba ya con una casa franciscana, la de Nuestra Señora de la Esperanza de Valdescopezo, dotada también por los Enríquez y fundada por fray Pedro de Santoyo en 1429, tuvo incluso con el apoyo del erector de San Francisco pues allí reposaban, en yacentes de alabastro instalados en el crucero del templo y protegidos por una reja, los restos de sus ascendientes, amén de otros finados. Puesto que Valdescopezo caía demasiado lejos de la villa, el papa Inocencio VIII autorizaba una nueva fundación por bula del 12-VIII-1491. Pero en su última voluntad don Fadrique ordenaba a sus descendientes la conservación de la casa de Valdescopezo "que no consientan ni den lugar que se desfaga por aber sido obra de mis abuelos y tan santa por estar alli enterrados [...] y que en cada año den a los religiosos della lo que yo les he dado y doy para su sustentación y mantenimiento". Valdescopezo, "devoto, decente, noble y religioso", tuvo hasta 25 religiosos en 1679, numerosas reliquias y un Santo Cristo en marfil "muy devoto con rico aliño de laminas".

El convento de San Francisco de Medina de Rioseco ocupa un amplio solar extramuros, desde la desaparecida puerta de Posada y su lienzo septentrional de muralla hasta la orilla del río Sequillo. Todo su perímetro fue rodeado por una cerca construida hacia 1525 gracias al Regimiento de la villa.

La fundación del convento de San Francisco, autorizada apostólicamente el 12 de agosto de 1491, fue auspiciada por don Fadrique Enríquez (1460-1538), IV Almirante de Castilla, y su mujer doña Ana de Cabrera, V condesa de Módica y IV de Osona. Rioseco contaba ya con una casa franciscana, la de Nuestra Señora de la Esperanza de Valdescopezo, dotada también por los Enríquez y fundada por fray Pedro de Santoyo en 1429, tuvo incluso con el apoyo del erector de San Francisco pues allí reposaban, en yacentes de alabastro instalados en el crucero del templo y protegidos por una reja, los restos de sus ascendientes, amén de otros finados. Puesto que Valdescopezo caía demasiado lejos de la villa, el papa Inocencio VIII autorizaba una nueva fundación por bula del 12-VIII-1491. Pero en su última voluntad don Fadrique ordenaba a sus descendientes la conservación de la casa de Valdescopezo "que no consientan ni den lugar que se desfaga por aber sido obra de mis abuelos y tan santa por estar alli enterrados [...] y que en cada año den a los religiosos della lo que yo les he dado y doy para su sustentación y mantenimiento". Valdescopezo, "devoto, decente, noble y religioso", tuvo hasta 25 religiosos en 1679, numerosas reliquias y un Santo Cristo en marfil "muy devoto con rico aliño de laminas".
Los trabajos del convento observante de San Francisco de Rioseco se llevan a cabo con celeridad. En 1492 colocaba la primera piedra el obispo de Termópilas fray Alonso de Espina. En 1493 fue enterrada provisionalmente en su capilla mayor doña Isabel de Cabrera, condesa de Melgar. El 19 de junio de 1520 fray Antonio de Garray, obispo de Baster, bendecía el nuevo templo. Al año siguiente el convento sirvió como lugar de reunión a las tropas realistas durante la guerra de las Comunidades.

Anotaba García Chico cómo palacio de don Fadrique y convento de San Francisco nacieron parejos, dato en absoluto baladí a la hora de analizar la peculiar tipología templaria. Se atrevía incluso a afirmar la participación de las mismas cuadrillas de alarifes.

La construcción del templo debió ser dirigida por Rodrigo de Astudillo, cantero y maestro aparejador y asentador activo en la catedral de Palencia entre 1479 y 1511. Lo cierto es que la notable homegeneidad de la fábrica eclesial revela cómo los trabajos se llevaron a cabo con gran rapidez, apenas veinte años (entre 1492 e inicios de la década de 1510, pues las capillas del contador Pedro de Montesa y del mercader Juan de Espinosa se realizaron hacia 1513, un año antes que se obraba la vieja sillería del coro), y que el conjunto de estancias conventuales debió estar casi completo a fines del siglo XVI.

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